Además de todos los problemas del país y de la profesión docente, los dos problemas pedagógicos principales que se le presentan actualmente a los maestros y profesores de los establecimientos educativos son el de la evaluación interna del progreso de sus alumnos y el de la evaluación externa por las pruebas censales y los exámenes de Estado. En una u otra forma, estas problemáticas de la evaluación han existido siempre, pero se han agudizado en los últimos años por los cambios introducidos en 1996 por la Resolución 2343 de indicadores de logros y por su derogación en la Ley 715 de 2001; por la llegada de la evaluación por competencias en los exámenes de Estado y luego en las pruebas censales de algunas Secretarías de Educación; por el Decreto 230 y sus modificaciones y por la aparición del documento de trabajo sobre estándares en mayo de 2002, que está a punto de cambiarse por otro nuevo documento de estándares en el mes de marzo de 2003. Por eso se repiten en todos los congresos, talleres y cursos de formación continuada de maestros las mismas preguntas, con el mismo tono de frustración: ¿Al fin de cuentas, cómo evaluaciones nosotros mismos a nuestros alumnos? ¿Al fin de cuentas, cómo van a evaluar los organismos del Estado a nuestros alumnos (e indirectamente a nosotros mismos)?
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