María Cristina Tenorio, (2008).
Boletín El Observador Regional (Cidse), 6, 1-8.Cada semestre, un alto número de primíparos ingresa a la Universidad del Valle con inmensas expectativas. Luego de pasar el leFES, inscribirse en una carrera, y ser admitidos, para muchos el sueño ya se cumplió: tienen cupo en la universidad y llegarán a ser doctores -quizá los primeros profesionales de su familia. Todos festejan, pues lograron lo más difícil: la admisión. Tanto para la familia, como para el o la joven, e incluso para sus profesores de colegio, haber sido admitido es la prueba de que el joven está listo para ser estudiante universitario. A semejanza de los ritos de paso de las sociedades tradicionales, el ingreso es el ritual, y lograr el cupo anhelado es garantizarse un lugar entre los elegidos; entre aquellos que gracias a sus méritos académicos podrán ascender socialmente y triunfar. No obstante, no se trata de situaciones análogas.
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